A veces se me hace el mundo grande,
aunque intento correr me da la sensación de que mis pasos son pequeños,
y por larga que sea la zancada, se quedan estrechos.

A veces, los días dejan el terciopelo apremiante y se visten de rudo cactus,
simple versiones hirientes de un denostado caminar.

Simplemente no me llega el aire, los pensamientos enclaustrados gritan buscando salidas.
Y cuando la saliva se gasta llega el silencio.


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