El alquimista de los sueños

Vistiendo de cielo gris los puentes que nos dábamos,
bañados en un desayuno de calcio,
entre amapolas silvestres la brisa asoma.

Los párpados indelebles de la mañana gritaban en susurros a las almohadas dormidas,
y entre las costuras de la noche, la luna se acuesta pronto.

He de avisar que hoy tomo las riendas del destino de las farolas,
que de llama viva asoman hoy los precipicios y no quiero caer,
he de anudar los cordones del camino porque de asfálticas carreteras he visto nacer,

El campo mientras tanto, tiñe de verde selva los restos artificiales de lodo y rocas,
visitando tímida pero imparable la civilización más moderna.

El alquimista de los sueños vuelve, revuelve planeando un atraco a la vida insustancial,
lleva sacos de sal y azúcar dependiendo su gasto al gusto que le apremie.

Y mientras tanto, la prisa silva, esperando detrás de cada esquina tibia, arropada en sombras lista para asustar.

Entremezclando la memoria, deshago un cigarrillo mal hecho, lo recargo mientras pienso
que hacía antes de hacer lo que hago y de repente me cierro.

Acabando la tarde, se acompaña el aire de una extraña paleta, donde hay colores que arden y otros que atenúan en silencio, y al compás de un buen baile de sueños me alejo

perplejo, las gaviotas que antes manchaban el cielo, quedan ahora lejos, sustituidas por fieles gorriones, palomas y vencejos, que pintan el aire con sus plumas y cierto jaleo

se despiden una a una las horas, hoy toca darlas dos besos, porque sinceramente hoy las trago como a conocidas y no a quien quiero.

Se rifan nocturnas las luces de los coches mientras el día se va muriendo, parece mentira que no lloviese hoy, cuando cargadas las nubes daban preaviso en la mañana, parece que las prisas de las esquinas hoy no alcanzaron el puerto, dejando la mar tranquila, abandonándome al sueño, mientras la noche me cierra los ojos y pasa...en silencio.

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