Al olvido invito yo

Baja las manos, imagina un mundo categórico, relaja el corazón y el pensamiento. Detente. En aquella orilla desierta donde el viento pierde la voz, donde mueren las olas, donde se rinde el verbo.

Reclámate la elegía de un verso, aquel que dolió, escala sin pausa la cumbre que el ocaso venció. Date por costumbre lo que te haga bien, guarda a buen recaudo esos besos, palpita tu corazón con ellos, cierra la puerta y tira la llave.

En los días eternos, relaja tu mente constante, lee y escribe como hacías antes, busca tu sombra y da la vuelta a tus ojos, mírate dentro, y encuentra lo que eras antes de conocernos.

No te guardes rencor, el mal ya fué hecho, despide con honor lo que hiciste y nos mató. Y si la noche te alcanza, anda descalza el sueño, pues en la orilla no hay temor cuando se pisa el suelo.

Destaca tu fervor, pero guárdate dentro tanto odio y rencor que te deja sin resuello. Vuela alto o inténtalo, encoge tus miedos y sácalos, hazlo o no, yo lo hice hace tiempo y ahora estoy mejor, porque ni te busco ni te rezo y por supuesto sin temor, te digo que vueles lejos, porque después de esta noche, ni te espero ni te siento, porque después de esta noche...al olvido invito yo...

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