Dónde reposan las palabras



En esta noche en la que las palabras reposan, se tapan y recogen en el ámbar de un sueño, en esta noche tibia, llena de melancolías y retratos encajados, la fiel sonrisa aparece en el suelo reflejada donde piso.

Ahora me deleitan las canciones de Suárez y Serrano, ahora juegan partidos equipos lesionados, mirando en pos de lunas viejas y cansadas, retozan los atardeceres plagados de nuevas estrellas y relinchan los caballos alados que guardan salvajes cantos de sirenas.

Mirando lento el plausible paladar de los gatos, recuerdo indómito de aquellos mares en sinfonía ecléctica de tambores al aire, dirimo mis ojos plagados de sal a acontecimientos variados.

La cruel risa de las nubes del tiempo comercian los gastos de mi lastre, se vierte en los campos los sudores del aroma desastre de otros tiempos, mientras el compás que llevo dentro balbucea a cada instante.
Jaurías hermosas de bellas damas se esconden, saltando las vallas del valle eterno que inmerso en detalles da la clave del miedo ajustando sus cuerdas para tocar la balada. Y mientras observo y comparo universos, hadas con verbo que muestran en sus carnes la devoción de un perro, que miran y besan, que crean recuerdos, me muestran las llaves del paraíso en sus dedos en negro brillante que perpetúa silencios, y de todo ello me pierdo, me encuentro y revuelvo, y sigo perdiendo.

Y así pasa la noche, los coches pasan y no vuelven, y siguen pasando las horas al amparo de palabras nunca escritas, tapadas y rebajadas en agua para que su sal no escueza en la herida, que de mares y olas saladas que mojan la vida se un rato, y ahora toca soñar sin miedo, o al menos intentar rozar su vuelo...

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