Parada y ausencia

Y es en esta noche cuando me doy cuenta de que los cielos no arden en todos los atardeceres, que hay noches nubladas y nieblas que enturbian las mañanas, que mis ojos cuando miran no ven siempre cielos eternos e infinitos, plagados de estrellas y rimas, en esta noche y en todas las que te di todo fué sueño irrelevante, doloroso, incauto e inocente vagar por un apremio silente, dominado el deseo de tenerte cerca, cercando el campo que me has dado, tiro la llave de esa puerta al rallar el alba injusta. Vientos onomatopeyicos buscan amparos y arropo de manta en calor de julio, secan las batallas que en otro tiempo mantenían insomnes mis ojos, el techo que hoy me ampara, viste solo, vacio, desierto de ti mientras mis sentidos se adormecen para vagar lejos. Mi mente inquieta para y se congela con un silencio extraño, donde nadie ni nada desvela su sentido. Manadas de lobos se alejan, ya no crecen sus aullidos dolientes acaercandose a mis oídos, y en un palpitar me recojo cuando duermo, el mismo que tuve siempre, el compartido antes conjugando nuestras respiraciones y vida, y todo lo recojo ahora, sin desdicha ni cuentos, mientras cuento perfilando palabras, adornando versos intuitivos mientras disloco el abrazo, mientras recuerdo la última gota que rebosó el mar en este vaso, tantas veces pequeño, que mi alma vuela ahora con las velas de un viento que mueve las olas del tiempo, melancolía de motores efímeros, estrechas camas que recojen, cuando seamos versos, las palabras que nos dimos en besos bajo las sábanas que hoy estorban, y que amenazan mi descanso a deshoras por el paseo lento del sueño...

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