Sigue igual...







Principe Pío, mediodia, Maika se acerca donde estoy sentado fuera de la estación liándome un cigarro y educadamente me pide uno, le doy el que me hacía y me lo agradece en el alma, mientras saco el material para hacerme otro ella de pie me pregunta si puede sentarse a mi lado, yo accedo mirándola...empieza a hablarme sobre sus origenes vascos, bilbaína de pro, se siente dolida con la demolición de la Catedral del fútbol español, ciertamente una pena...seguimos hablando de la actualidad que hoy manda, de la abdicación del rey, coincidiendo ambos en que era lo mejor que podia hacer y en la preparacion del futuro sucesor para ocupar dicho cargo.

Maika dice que es una Urquijo, lo cual yo creo, como también creo en las vueltas que da la vida. Pasó parte de su vida en Venezuela y allí supo verdaderamente lo que era sufrir disparos de verdad, de esos que si te pillan en medio acaban con tu vida; estudió medicina, psicología y psiquiatría además de veterinaria, no se en que momento se enganchó a las drogas pero está claro que tiene un buen bagaje en la escuela de la calle, no me sentía incómodo, y la desconfianza inicial se diluyó cinco minutos antes en las primeras tres palabras que me dedicó. Seguían alternándose conversaciones sobre el pais y sus acontecimientos, presentes y futuros.

De familia bien, un leve coqueteo con las drogas la hizo sumergirse de lleno en un presente que la pasa factura, no solo gastando toda su fortuna y más, sino también más de media vida. Literalmente.

He podido ver en sus ojos cierta luz cuando me contaba que el día anterior tumbó a un hombre que intentaba robarla de un serio puñetazo, mientras me enseñaba en mezcla de orgullo y dolor su consecuencia personal dibujada en un puño hinchado. Su educación a la hora de hablar, sus pausas, su temple, ayudan a la hora de conversar con ella. siento cierta pena, pena por cómo alguien que no conozco, pero que parece buena persona y nada tonta, pudo dejar ir su voluntad tan lejos de si misma que apenas puede llegar a rescatarla ahora. Fueron 20 minutos, sólo 20, pero suficientes como para darme cuenta de que mientras el Rey abdica, la vida sigue. Si, pero no para todos igual...

Comentarios

Entradas populares de este blog

Quemo